Thursday, August 31, 2006

31 DE AGOSTO

Ya hace algún tiempo que no despido un mes desde esta página (no obstante, sigo haciéndolo en mi diario de papel). Agosto se me fue como un torrente de malos recuerdos y buenos presagios, cansancios, excesos de palabras y recetas médicas.
No puedo decir que haya hecho poco este mes. Es más, nunca hago poco, siempre procuro avanzar en mis planes, jamás desciudar aquellos pequeños pasos que me llevarán a las grandes igas (uno se ilusiona sin el menor fundamento). Cambios a la vuelta de la esquina, siempre es triste acostumbrarse a un ambiente y saber que, en poco tiemo, se cambiará de piel volando por las nubes y conociendo lugares y gente: uno jamás puede desprenderse de la implacable nostalgia.
Y así como cuido seguir un rumbo más o menos específico, me ofendo ante la ignorancia de los cortos de mente, en forma de comentarios burlones a través del auricular del teléfono:
--Ya te gustó no estar estudiando, ¿verdad?--y me lo dice un haragán cuyo mayor logro es ser aprendiz de carpintero. Fulminante y amargo, pero esta nueva etapa que me debate entre la adolescencia y la edad adulta me ha vuelto intolerante.
--¿Y la escuela cuándo?--y yo pregunto: ¿No se cansan de la misma frase hecha? Cualquiera que me conoce de diez minutos sabe que lo que pretendo va más allá de la escuela. Puedo decir, para breve muestra, que esta semana leía una novela (Zazie en el metro), escribí un guión (Barbie y Ken: Una noche prohibida--sí, con tintes pornográficos pero guión al fin y al cabo--), preparé la partitura musical de Sex Organs, corregí un cuento (Boca Roja) y empecé a tomar pastillas para la garganta, que la traigo destrozada.
--¿Pero eso cómo es?--más bien: ¿cómo es tu pregunta? ¿Los breves años de primaria por los que todos pasamos tortuosamente no te han ayudado a formular preguntas correctamente? No, de ahí que yo ande pregonando con quien me pregunte que la escuela no lo es todo, que es una mera formalidad.
Claro que los que formulan estas preguntas, en su mayoría tíos y abuelos con "valores", jamás escucharían sendas reflexiones. Conozco algo que se llama prudencia, respeto, algo que ellos violan a su antojo. Mi única petición es esta: El hecho de que su cabeza formule un pensamiento no significa que tengan que pronunciarlo a los cuatro vientos. La mayor falta de la gente es no saber cuándo quedarse callada (o al menos así es en mi familia).
Y luego:
--No pienso ir a ninguna boda. Es una celebración obsoleta y me asquean esas fiestas de bailongo y sonrisas forzadas--claro que, cuando aprueben el matrimonio homosexual, me casaría nomás por casarme, aunque sin vestidos blancos ni salones decorados: sólo una firma de papel y una reunión amistosa, y uno que otro familiar, por el puro afán de fastidiar.
--Pues que rebelde me saliste--responde una mamá que llega del trabajo.
--Es que no quiero ir, y punto. Me chocan esas fiestas. Tuve suficiente convivencia formal en la secundaria, con los vomitivos quince años de mis compañeras.
--Bárbaro.
--¿Para qué me invitan?
Me chuto dos horas de mi noche escuchando como fulanito fue regañado por su jefe y luego que Chuchita no trabaja y que las presiones de no se cuánto y etcétera.
--No me gusta la idea de que no vayas a estudiar el próximo año.
--Pues vete haciendo a la idea.
--Zángano, parasito, chichifo, culiaguado, etc.
--Por cierto, ¿presión de qué? Jamás he entendido tu trabajo.
--La cuestión es que creo que yo tamoco entiendo tu trabajo...
--¿Entonces cuál es el problema?
--Que ayer María Azucena...
--María Azucena me la suda.
--¡Qué palabras son esas!
--Lo saqué de un libro. Zazië en el metro.
Ingenuamente creí que sería una aventura infantil por París(y con suerte nspiraría el tono de Papalote, mi nuevo superproyecto). Resultó ser una novelita de lo más pelada, aunque divertida. El final no me queda claro.
--¡fue un final feliz o un final triste?--pregunto a mi hermana a veces, cuando vemos una película o discutimos un libro que ambos hemos leído.
--Fue un final y punto.
Pues no estoy enojado. Sólo que en algún sitio tenía que quejarme de las barbaridades a las que hay que someterse en los encuentros familiares. Yo no les pregunto que si el marido le fue infiel, o que si el hijo en vez de estudiar vende discos piratas, o que si el tío por no usar condón tuvo que casarse por la Iglesia (jajaja), o si las reuniones apresuradas responden a un envejecimiento prematuro. Pero, repito, como he repetido muchas veces después de destilar fuertes dosis de veneno: No estoy enojado.
Sólo tenía que sacarlo de mí, eso es todo. Puedo volver a mis actividades y, con suerte, concluirlas. Hago todo con calma, para qué me apuro si me gusta todo bien hecho a la primera. Que los demás no entiendan otras maneras de vivir se convierte en su problema (aunque mis mismas pedradas podrían volverse en mi contra, jojojo).
--¿Qué es esto? ¿Piensas estudiar?
--Mmmm... En lo único que puedo pensar es en que no quiero ir a ninguna boda ni bautizo ni comunión ni quince años. Prefiero las reuniones discretas en algún departamento o casa. En cuanto a lo otro, no voy y no voy.
--¿Y eso qué? ¿Es un final feliz o un final triste?
--Es un final de mes y punto. Y hay que apurarse o se nos va el avión.

Friday, August 04, 2006

CALLES VIOLENTAS (Y MOÑOS BLANCOS)

Teníamos la intención--Manuel, mi hermana y yo--de visitar algún museo cerca de Bellas Artes pero, como consecuencia de los constantes desvelos, llegamos ya un poco tarde ((nos levantamos como a las dos y llegamos a las seis). Al salir de la estación lo primero que quería ver era la instalación de los campamentos en la avenida Reforma. Sabíamos que a esa hora los museos estarían cerrando, lo que nos quedaba era deambular y comer por ahí.
Lo primero que llamó mi atención fue el Palacio de Bellas Artes. Había una pequeña congregación viendo unos murales (o no sé cómo llamarlos). Tenían carteles pegados, carteles que vi en las marchas anteriores, y algunas palabras en plumón con las que, en su mayoría, yo estaba de acuerdo. Tomé fotos como loco e inclouso pensé en escribir algo pero no conseguí plumón.
Avanzamos hacia Gandhi, donde vi por primera vez uno de los campamentos. Como siempre cuestioné el estigma de violencia que imponían desde Televisa. Lo que vi fue una especie de convivencia familiar de lo más tranquila. Incluso había unos juegos mecánicos, todos algo propaganderos, con carteles como: "Los niños de México apoyamos a Obrador". Gracioso, aunque me pareció demasiado. También vi una casita de campaña donde dormía un niño con su madre, y un hombre se asomaba hacia afuera para pedir un poco de café.
A lo largo de la Alameda, la exposición gráfica De las obligaciones de la razón (al mayoreo y menudeo) destruida y regenerada. Pegada con diúrex y hasta cosida, el aspecto herido en realidad confería mayores aires artísticos. También me quedé con ganas de pegarle algún papelillo (que había muchos, desde mentadas de madre a Calderón hasta súplicas por el conteo voto por voto).
Avanzamos hacia otra calle. No recuerdo el nombre (aunque siempre paso por ahí), donde está el Sanborns de los azulejos, creo que es Madero. Ahí había otras carpas, y cuatro personas, entre ellas una señora muy simpática, recaudaban firmas para solicitar el conteo voto por voto. Firmé después de mi hermana.
--Trabajas en los dos hemisferios, ¿verdad?--me dijo la señora, y yo asentí sonriente, auqnue no entendí qué había dicho, o si se trataba de un halago o un insulto, jaja.
--Tal vez lo dijo porque eres zurdo--explicó mi hermana, cuando caminabamos más adelante en busca de un Subway.
Comimos en dicho lugar, lo cual me pareció bastante irónico, pues a lo laego de las carpas apoyábamos el repudio a Sabritas, Jumex y demás trasnacionales. El Subway es una trasnacional, canadiense según mi hermana.
--Es el Mc Donald's "nutritivo"--acordamos.
Ya hacia el Zócalo, bajo otra carpa, uno tenía la oportunidad de escribir algún comentario, pintar un dibujo, lo que a uno se le diera gana, y colgarlo con una pinza para la ropa en cuerdas a lo largo de la calle. Sufrí un bloqueo momentáneo, pues quería dejar algo pero no se me ocurría qué (aunque en el camino de ida, y durante mis ratos libres, me la he pasado pensando en eslogans de rpotesta). Decidí acabar la confusión con un pequeño dibujo, llamado "Por una protesta pacífica", con un sol que emulaba el logotipo de PRD sobre las personas sonrientes que se tomaban de la mano. Mi hermana escribió un fragmento del discurso que dio Rosario Ibarra en la Segunda Asamblea Informativa, del 16 de julio (que, si no me equivoco, coincide con el cumpleaños de mi querida lectora Naomi, a quien, como ya es costumbre, le envío una felicitación tardía), en el que invita al ejército a no permitir que se vuelva a manchar.
Llegamos al Zócalo, donde se alojaban participantes de todos los estados del país. Caminamos por Oaxaca, por Guerrero, hasta Aguascalientes, todo en un solo pedazo de suelo. Por ahí escuchamos que Obrador daría un discurso a las siete de la noche.
Nos asomamos a un recuedro, donde, sobre una pieza de madera, había algunas personas dormidas.
--Aquí es Veracruz--nos recibió una señora, como queriendo aclarar a quien se encuentra perdido.
--Sí, ya sabemos. Estamos buscando a alguien de Jalapa--dijo mi hermana, asomándose hasta el fondo. Pero no vimos a nadie conocido--. Esperaba encontrar a alguno de mis maestros.
Una mujer al micrófono animaba, pero también anunciaba:
--Si alguien los empuja o arroja a algo, no pertenece a este lugar. No respondamos a provocaciones.
La idea de alguien disfrazado intentando ocasionar molestias activó mi imaginación paranoica. Alrededor del Zócalo había muchos autos estacionados, desde camionetas lujos hasta las carcachas más simpáticas. Aprovechábamos que faltaban algunos minutos para las siete y nos dirigimos a las librerías, pues Manuel debía comprar algunos libros. Me despedí de mi dibujo cuando pasamos por esa zona y, movido por la curiosidad entramos a la exposición Animales Impuros, de José Luis Cuevas, en el atrio de San Francisco.
Lo que vi me recordaba, en gran medida, el jardín de animales insólitos al inicio de El Joven Manos de Tijera, en el jardín del castillo. Me sentí Diane Keaton, la Dama Avon, maravillado ante las esculturas y el mundo fantástico y alucinante que or sí solas creaban. Parecían fuera de lugar, rodeadas de edificios en ruinas: un jardín olvidado que alguien había dejado ahí deliberadamente. Viendo el entorno, que incluía una cafetería, me di cuenta de que podíamos accesar a la Torre Latinoamericana.
--No sabía que estuviéramos en la Torre Latino--anuncié a mis acompañantes--. Ya no impone. Parece, más bien, un edificio rechoncho.
--Nunca me ha parecido inmenso--declaró mi hermana.
--Pues sí, es verdad--respondí, viendo el edificio desde su base hasta la punta--. Es sólo que de niño me parecía más gigantesco--. Flexioné las rodillas, agachándome--. Tal vez fuera por mi estatura de antes.
Mi hermana se rió.
De ahí mi sorpresa cuando en la noche, hurgando en los noticieros, se hablaba de los lantones como si los hicieran un montón de revoltosos, gente sin oficio ni bien, cuando, ante mis propios ojos, convivían de todas edades y clases, colores, tamaños, humores, todo cobijado en gran respeto y calma. Eso me saco por andar viendo noticias chafas.
Más adelante anunciaron lo de las granizadas (a lo que pregunté a mi hermana: "¿Se puede tomar como si hubiera nevado?" viendo los suelos de hielo y verde hoja) y los daños sufridos por la gente de la ciudad.
--Ya ven cómo no todo es culpa de Obrador--recalcó mi madre, arrancándome una risita.
De nuevo, hoy en la tarde, fisgoneando en las noticias de Televisa (aunque me indigestan luego de cinco minutos) me ndignó que se aludiera a los plantones como CULPA de López Obrador(1), y me sentí igualmente indignado ante las barbaridades, más bien, BESTIALIDADES que pronunció ayer Adela Micha al referirse al plantón como un atropello a la democracia(2), y lo que opinó otro tipo nefasto, que el Tribunal Electoral no cumpla los caprichos de Obrador(3).
Mis respuestas:
(1) El ploantón no es culpa de Obrador, sino de mucha gente molesta e inconforme. No puedo dejar de aplaudir la consigna a la entrada de cada carpa: "Disculpe las molestias que le ocasiona el fraude electoral". Más claro no podía quedar.
(2) Yo, a diferencia de Adela Micha (o La lela Micha, como decía un cartel), considero el plantón, y las protestas ciudadanas, o Asambleas Informativas que le precedieron, una expresión más de democracia. Y
(3) no es el capricho de un candidato a la presidencia, sino la demanda de mjillones de personas que votamos y sentimos que además de fraude, las elecciones obedecieron a ambiciones de unos cuantos rateros pseudopolíticos.
Y me canso de oír que debemos obedecer a las Instituciones. Uno como ciudadano libre tiene derecho a desconfiar de las Instituciones, especialmente si éstas ostentan una larga trayectoria de corrupción. Me cré en escuelas religiosas, y si algo me quedó de esa experiencia es el cuestionamiento total hacia cualquier ente que se denomine Institución. Y la otra cosa que me quedó fue mofarme de toda pretensión de vestirse de blanco inmaculado, impecable. Ponerse moños blancos es una fachada hipócrita.

Thursday, August 03, 2006

UNA QUEMADURA EJEMPLAR/¿CUÁNTOS FUERON EN TOTAL?

Cuando asistí a la Segunda Asamble a Informativa en el Zócalo terminé con un cuello de dos colores: rojos en la parte superior, blanco en la sección inferior. Jamás noté tal contraste en mi cuerpo.
Para la Tercera Asamblea Informativa convocada or López Obrador, decidí tomar ciertas precauciones, tomando como punto de partida las anteriores lesiones:
1. Llevar una gorra.
2. Con mi siempre confiable videocámara, hacer todas las tomas desde el pequeño visor blanco y negro.
3. Beber algo dulce antes de emprender la caminata a lo largo de reforma.
4. A pesar del calor, una sudadera amarilla (todo lo amarillo que tengo) garantiza mejores resultados, al cubrir cuello y brazos.
5. Como viajaba con los bolsillos vacíos, ir del brazo de mi acompañante (en este caso, mi hermana mayor) para no perderme.
Como siempre los asistenters se caracterizaron por un profundo respeto. No pudo faltar la habitual legión de ancianos, campesinos, gente en silla de ruedas, niños en carreolas: en serio no puedo imaginar cómo las noticias se empeñan en achacar una sensación de peligro a una protesta que es de lo más pacífica. Hubo múisicos y el ingenio de los que llevaban carteles exhibía gran ingenio.
Todo culminó en el Caballito de la Lotería, pues ya nadie podía avanzar más allá de aquel punto. De ahí mi sorpresa cuando, al día siguiente. mi querida madre sólo pudo comprar el periódico El Metro, dónde según la PFP reportaba menos de 200 mil asistentes (por Dios, ¡de quién quieren burlarse?) y los expertos de El Metro, con un infalible método de ampliación de fotografías y utilización de alfileres por cabeza, llegaron a la conclusión de un promedio de 350 mil asistentes... ¡por favor! La SSP reportó poco más de dos millones, y AMLO y su equipo 3 millones(aunque noto que siempre exageran las cifras).
Me quedo con los de la SSP.

LA MALA FORTUNA

--Estoy muy hambriento, y hace mucho frío. Cómprame una hambruguesa.
Caminamos cobijados en una lluvia ligera, una brisa suave pero inminente. Entramos al Mc Donald's y pedimos una hamburguesa y un cono de helado.
--Siempre le ponen catsup. Odio la catsup. Sólo que ahora no me sabe tan mal.
* * *
Voy por la calle y reconozco una cara afuera de la cafetería, una cara que no he visto en mucho tiempo, que tiende a aparecer y desaparecer. Tomo su inclinación de cabeza como una invitación a sentarme. Ahí, frente a mí, está el alemán. Hablo en un inglés entorpecido popr el alcohol, pero él me habla en español tan bien como puede, y lo siguiente es que yo contesto con una mezcla de inglés y español.
* * *
--Me pasó algo muy feo--sueña su voz sepultado en el rumor de la lluvia.
--¿Qué te pasó?
--Caminaba por los pasillos oscuros y me encontré a un hombre muy muy malo.
--¿Por qué dices que es malo?
--Me encerró en una cabina y empecé a provocarlo. Me abrazó y le dije que me mordiera. Entonces me mordió y se salió de control. Me apagó un cigarro en el pecho.
--¿En serio? ¿Puedo ver?
Se levanta la camisa. El seno izquierdo está deforme, hinchado, de un rojo poco saludable.
--Duele.
--¿Entonces qué hiciste?
--Intenté salir y me encontré a un buen hombre. Me abrazó y me dijo que yo era demasiado bonito como para que me lastimara.
* * *
"Lamento que, en el azar, nuestros caminos se hayan cruzado."

CONCLUYE FILMACIÒN DE ÒPERA PRIMA

El rodaje (casero) principal iniciò el jueves 26 de junio y concluyó el miércoles 26, bajo ráfagas de sudor y una sonrisa complacida: había terminado de filmar 'Sex Organs: La Película'.
Aprendí que hay que tener mucha paciencia, y por grande que sea la urgencia de terminar, procurar que cada secuencia salga bien, sin errores de animación.
La historia tiene lugar en un escenario negro que se llena de estrellas, evocando (al menos para mí) un mundo lejano, una tierra de sueños. Dos pelotas de colores se deforman, se transforman y destruyen al entablar una relación breve, sexual. Me es difícil, como creador absoluto del proyecto, elegir una escena favorita. Me entusiasma, por ejemplo, el contraste entre la toma panorámica inicial (donde las dos figuras son objetos pasivos) y la panorámica final con la que cierra la historia (en la que nos hemos dado cuienta de todo lo que pueden hacer esos objetos pasivos, dormidos). El uso de las estrellas me hace pensar en un universo nocturno, lleno de brillos y colores pero mucho silencio. También me maravillé cuando la figura morada se parte como un plátano. Los devoramientos son un clásico y la escena del parto me conmueve en su abismal visión de fragilidad y abandono. El vómito de sangre posee una gran cualidad cinética, i gual que la transformación final de la figura verde ("Te quedó de 10", dijo mi hermana a propósito de aquella metamorfosis).
Sudé, me lastimé la espalda. padecí fríos y bochornos, me entregué por completo a lo que sucedía a cuadro. Aprendí, también, que el cine es una actividad que demanda total atención y esfuerzo. Mientras rodaba la cinta me vi incapaz de leer o escribir (pasando por alto los días de descanso), sólo pensando en la manera de llevar a cabo cada secuencia. Resumiendo los días en que sí trabajé en la película, todo quedaría condensado en semana y media de absoluta devoción. Pasaban las horas y yo sólo quería seguir, sin el más ligero atisbo de cansancio. Pero había que ser un poco sensato y dormir a un horario remotamente sano.
Y así, poco a poco, construí una historia cíclica que abarca entre cuatro y cinco minutos de duración: Sex Organs, la primera película que hago en toda mi vida.
*Por supuesto falta editar las tomas y musicalizarlas, tarea que, aunque minuciosa, es menos ardua que obtener las imágenes en pantalla creando una ilusión de vida y movimiento.