DARKLANDS

La vida en la ciudad me encanta. Los días me sofocan, más o menos extraño esos días lluviosos de febrero y marzo. Claro, a veces es bueno llegar a casa en la noche y servirse helado de limón, saborearlo a la hora de ver tele y quedarse dormido.

He estado borracho, emocionado, tuve la peor cita de mi vida, todo girando alrededor de cine y música.

La semana pasada recibí mi primer sueldo. Sentía ese orgullo de niña grande, de "no soy muy grande pero ya no soy niño, así que puedo hacer lo que se me venga en gana". Directo a la caja de ahorros, mientras intento no endeudarme como parece hacer el resto de la población.

Y nada más que grandes planes, aventuras de calle y lueces rosas. Aprovecho cualquier momento para sonreír y estar siempre escribiendo.

FABULOSA NOCHE POP

Sentados en un camastro en el balcón. Bebo una Coca de lata, que he sacado del frigobar. Recargado en "él", sentado detrás de mí. Es una casa de huéspedes y nadie ha resistido la tentación de tocar cada adorno, cada foto.

Afuera cae la lluvia nocturna y quisiera quedarme pero tengo otros compromisos.

Ricardo está en el otro camastro. Cada quien consrva un recuerdo: él un sacacorchos en forma de pelota de golf (que por alguna razón me remite al ojo que sale volando en El Despertar del Diablo II) y yo un portavasos warholiano.

En realidad, me parece warholiano en tal estado etílico. Al día siguiente descubro que sólo es un portavasos con un plátano mal píntado, pero siempre queda la excusa warholiana para presumir.

Y así transcurre la noche en el balcón, mientras tomo Coca-Cola.