Monday, June 25, 2007

BLONDIEmanía

Finalmente recibí mi paquete con mercancía del club de fans de Blondie (objetos que datan de 1979 a 1980). Adoro abrir paquetes: desenvolver la caja, las bolas de unicel que saltan por todos lados... una emoción parecida a ser niño, levantarse muy temprano el 6 de enero y ver qué dejaron los Reyes Magos debajo del árbol de Navidad.
Saturo mi cabeza con toda clase de parafernalia: separadores, una laca para auto, pins (botones), imán para el refri, revistas, fotos que nunca había visto antes, posters, postales... que no me doy abasto.
Una dulce sonrisa, guantes negros (¡cómo odio las huellas dactilares!) y aquellas bellas imágenes de música inmortal, de rostros que han pasado a la historia, que han formado parte de la cultura popular.
Queda una interrogante, un capricho. ¡Ahora yo quiero mi propio club de fans!!
Jajaja.

Monday, June 18, 2007

OHUOH

Debí suponer que el día se estaba poniendo muy loco cuando, caminando por el pasillo de puestos piratas, uno de mis amigos se cayò. Yo iba caminando, siempre hacia adelante. De pronto hicimos un alto.
--¿Qué pasó?
--Ricardo. Acaba de tirar un puesto pirata.
Me regresé, temiendo que se suscitara un linchamiento enardecido.
Lo único que recuerdo después es estar rodeado de hombres desnudos. Mi otro amigo bailaba como un poseso al ritmo de los tambores. Aplausos. Un cìrculo, magia eléctrica, ritos paganos, noche citadina.
¡Ah¡ Y la sensación de estar sin playera bailando sobre la tarima. Destellos de piercing en el pecho. Me besé con alguien que ya no recuerdo, y después me lo encontré en la calle.
Empieza la nueva semana. Otros asuntos por resolver, en la eterna cruzada hacia la estabilidad.

Monday, June 04, 2007

ZODIAC

Fuimos al cine a ver El Zodiaco. No sabía qué esperar, pues no había encontrado ninguna reseña al respecto, sólo sabía que la dirige David Fincher y que está basada en el caso real de El Zodiaco, un asesino que mandaba cartas codificadas a los periódicos y que nunca lo atraparon.
También vi dos anuncios en la tele, sugerentes, llenos de suspenso, y me confundí al leer la reseña de una porquería cinematográfica del mismo título dirigida por Uli Lomelli (o como se escriba).
Decidí tomar el riesgo, así que entramos a la función nocturna.
Me gustan las películas de terror, pero a veces llega a un punto en el que uno se cuestiona la inteligencia de tal decisión: a cada momento parace que el de la butaca de atrás respira sobre tu oído, esperando el momento idóneo para decapitarte.
Cine paranoico. La película logra contagiar del miedo terrorista de los tiempos modernos, en los que es posible que cualquiera entre a un lugar público con un arma y dispuesto a dar rienda suelta a todas sus fantasías reprimidas.
También me pareció interesante la premisa: ¿cómo harías una película donde el personaje central no existe? Yo ya sabía de antemano que la identidad del Zodiaco continúa siendo un misterio, por lo que supuse que la historia se contaría desde el punto de vista de algún testigo o algo parecido.
Eco de otras películas (la estupenda La Noche del Asesino/Summer of Sam, de Spike Lee, sobre todo). La secuencia del rascacielos me pareció un logro personal por parte de David Fincher, pues taduce un recurso de videoclip a la pantalla grande de manera magistral.
Lamentablemente para algunos (yo estaba al borde de i asiento, en completa identificación con el personaje obseso de Jake Gylenhall), la trama sigue la misma debacle que la investigación del Zodiaco: llega a un punto muerto en el que ya no pasa nada, no queda nada que contar mas que la reiterada obsesión y decadencia de los personajes principales.
Dura como tres horas y mi acompañante se quedó dormida. El final es de rutina, no hay ningún punto álgido, y no se debe a que los creadores quisieran romper las convenciones dramáticas del género, simplemente se debe a que no hay nada, sólo un acertijo.
Noté tres brincos de edición bastante vergonzosos. Y el falso final es abrupto e inverosímil, nadie podría creer que la película acaba ahí, por ende el silencio y la pantalla negra duran demasiado.
Pero pocas veces uno tiene el privilegio (o mala fortuna) de salir de la sala de cine sospechando del prójimo, viendo sombras en cada esquina, desconfianza en cada rostro, soledad, abandono, crueldad, el veneno de llegar a casa y saberse vulnerable ante cada sonido, cada brisa de viento nocturno...