Monday, June 04, 2007

ZODIAC

Fuimos al cine a ver El Zodiaco. No sabía qué esperar, pues no había encontrado ninguna reseña al respecto, sólo sabía que la dirige David Fincher y que está basada en el caso real de El Zodiaco, un asesino que mandaba cartas codificadas a los periódicos y que nunca lo atraparon.
También vi dos anuncios en la tele, sugerentes, llenos de suspenso, y me confundí al leer la reseña de una porquería cinematográfica del mismo título dirigida por Uli Lomelli (o como se escriba).
Decidí tomar el riesgo, así que entramos a la función nocturna.
Me gustan las películas de terror, pero a veces llega a un punto en el que uno se cuestiona la inteligencia de tal decisión: a cada momento parace que el de la butaca de atrás respira sobre tu oído, esperando el momento idóneo para decapitarte.
Cine paranoico. La película logra contagiar del miedo terrorista de los tiempos modernos, en los que es posible que cualquiera entre a un lugar público con un arma y dispuesto a dar rienda suelta a todas sus fantasías reprimidas.
También me pareció interesante la premisa: ¿cómo harías una película donde el personaje central no existe? Yo ya sabía de antemano que la identidad del Zodiaco continúa siendo un misterio, por lo que supuse que la historia se contaría desde el punto de vista de algún testigo o algo parecido.
Eco de otras películas (la estupenda La Noche del Asesino/Summer of Sam, de Spike Lee, sobre todo). La secuencia del rascacielos me pareció un logro personal por parte de David Fincher, pues taduce un recurso de videoclip a la pantalla grande de manera magistral.
Lamentablemente para algunos (yo estaba al borde de i asiento, en completa identificación con el personaje obseso de Jake Gylenhall), la trama sigue la misma debacle que la investigación del Zodiaco: llega a un punto muerto en el que ya no pasa nada, no queda nada que contar mas que la reiterada obsesión y decadencia de los personajes principales.
Dura como tres horas y mi acompañante se quedó dormida. El final es de rutina, no hay ningún punto álgido, y no se debe a que los creadores quisieran romper las convenciones dramáticas del género, simplemente se debe a que no hay nada, sólo un acertijo.
Noté tres brincos de edición bastante vergonzosos. Y el falso final es abrupto e inverosímil, nadie podría creer que la película acaba ahí, por ende el silencio y la pantalla negra duran demasiado.
Pero pocas veces uno tiene el privilegio (o mala fortuna) de salir de la sala de cine sospechando del prójimo, viendo sombras en cada esquina, desconfianza en cada rostro, soledad, abandono, crueldad, el veneno de llegar a casa y saberse vulnerable ante cada sonido, cada brisa de viento nocturno...

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