Monday, December 19, 2011

IF YOU STAY YOU CAN GO ON

Con el trasero adolorido después de un fin de semana de sexo y alcohol, contento por haber pasado la tarde apostando a los caballos en el hipódromo--¡gané una carrera!--y una extensa sesión de fotos en los bellísimos adornos en la Avenida Industria Militar.
Los caballos tienen nombres llamativos como Walkthroughfire Jess y Bettyturneroverdrive. Colmillo, Silver Psalms, Black Soul, Tributo, Rodeo Bravo. Si tuviera una hija le pondría un nombre de caballo, como Intheflesh o Lesley Gore. Me parece sorprendente que en cuestión de segundos alguien pueda perder cantidades garrafales de dinero--o ganarlas, sí cómo no--. El colmo de la frivolidad, el despilfarro, la falta de conciencia por los demás. Y en eso radica la diversión. Precipitarse sobre el barandal, gritar el nombre de tu caballo--¡Corre, Dallas Girl, corre!--mientras se disfruta de una cerveza de 13 pesos y una orden de tacos al pastor durante una fresca tarde de domingo.
¿Magia?
Faltan cuatro días para Navidad y el espíritu navideño no llega. Y no es que me haya quedado esperándolo, precisamente. En años anteriores tenía esta tradición de "enamorarme" de alguien a como diera lugar, y estarnos mandando mensajes antes, durante y después de la cena navideña, pensando que era algo especial y duradero.
Esta vez fue sólo sexo. Un ven a casa y qué tal te la pasaste. Un "hazme tu acto de magia" y "¿por qué no me llamas?"
--Porque no tengo tu teléfono.
--Apúntalo.
Está bien, guardo su número. ¿Te divesrtiste? Luego te llamo, luego nos vemos, que llegues bien a casa. You know the drift.
* * *
¿Si dejo la cerveza afuera en el balcón, amanecerá fría?
* * *
Genitalia adolorida=sexo salvaje=satisfacción emocional. La ecuación nunca falla, creo.
Él acaba, se va a casa--o al trabajo, o con su familia o a seguir tomando--y yo me quedo, adolorido. Y se siente bien. El hombre hace su cerdada y un@ se siente satisfech@, como si le hubiueran hecho un regalo (¿un hijo, quizás? Jaja... por ahí no cuaja, dice un amigo).
* * *
La soltería como padecimiento crónico... Recuerdo esos días en que odiaba ver parejas abrazándose o tomadas de la mano. Un enojo mezclado con tristeza. Esos hombres guapos, de buen corazón, esforzándose por sus mujeres. Ah, sí recuerdo, fue apenas ayer en la noche. La idea era: "nunca tendré eso". Y tras un breve repaso mental resultó que había sido posible, sinmplemente había decidido escapar y probablemente abordar el próximo vagón.
Quiero decir... candidatos siempre ha habido, y, lejos de ser una fuente inagotable, resulta que aquel que está a mis pies no resulta el indicado. Un breve contraste: me da tristeza ver a esos chicos darlo todo por sus novias/esposa/familia pero aquellos que están dispuestos a darlo todo por mí simplemente parecen indignos de mi compañía/cariño/atención.
Esos que pagan la cuenta, esos que están disponibles cuando les marco por teléfono, aquellos que mandan mensajes a mitad de la noche al estilo: "Me encanta estar contigo", "Ya tiene tiempo que no te veo y me gustaría estar cerca de ti" y, peor aún, "Ahora que estoy de comisión en Tamaulipas me mata saber que estás lejos de mí y cada segundo es insoportable porque necesito escuchar tu voz". O el chisorete ocasional: "El otro día salí con mis compas y me tatué tu nombre en la espalda". No, no los quiero a ellos.
No quiero un esclavo.
Sólo alguien con quién relajarme.
Así que he aprendido a no cargar con toda la responsabilidad. Sí, es cierto, aquel que me trataba bien le di una patada/lo estafé/lo engañé con otros. Pero también es difícil encontrar a la persona indicada; resistir la tentación de abrazarse a cualquier árbol sólo por temor a la sequía. Sería bastante lindo andar del brazo y dando besos en la calle con la misma persona, pero no lo haré a cambio de sus "ya no salgas con tus amigos", "ya no tomes", "no quiero imaginar qué haces cuando estoy lejos", "¿por qué no vives con tu familia, quién te paga la renta? no me gusta que vivas solo", "¿por qué te tardaste en contestar mi mensaje?", "ya sé que quedé de mandarte dinero hoy pero no podré sino hasta la siguiente semana", "¿por qué siempre que pasa el vecino le miras el paquete?" y lo peor, "a ver cuándo me haces de desayunar". No hago esas cosas. No soy así.
El vecino está guapo. Hay que aceptarlo y punto.
Sería más fácil si, siendo homosexual, me gustaran los tipos típicamente homosexuales. Peinado con secadora en un copete ridículamente alto; perforación en el labio inferior, lentes de sol cubriendo medio rostro, ligeramente alto, delgado, ropa pegada, un poco de ombligo asomando entre la camisa de manga larga y el pantalón de vestir blanco, bailando música electrónica y adorando ver cualquier película porque lo importante es la compañía y no lo que sucede en la pantalla. O ser pobre para disfrutar de esos roles sexuales invertidos, aguantando golpizas, encierro y una magra quincena--¡gulp!--haciendo desayunos y lavando ropa. No, no señor. Volver al pasado a recomponer relaciones tampoco es una opción.
Por lo que me espera un brillante y alegre futuro de soltería. Supongo. ¿Pensando en el futuro? ¡Vaya, esto es nuevo!
Una voz pequeña se llena de pánico y murmura, encogida en un rincón sombrío: "¡Jamás me voy a casar! ¡Nadie me quiere! ¡Nunca me voy a enamorar! ¡Nunca nadie me va a amar!"
¡Cállate, idiota! Me haces perder el hilo de pensamiento...
Ah, sí.. Pensar en el futuro. Los adultos tienes ideas y costumbres extrañas. Y ya me he convertido en un adutlo. Hay que agregar a esto aquella frase que me decía mi encantadora alumna--porque siempre se me ovidaba su nombre--: "You're a horrible person!"
Suena todo muy egoísta: quiero que me amen, quiero que me den dinero, quiero que me den hijos, y aún así poder salir con mis amigos, emborracharme y tener sexo con cualquiera que me parezca atractivo. Y así no funciona, ¿verdad? Bueno, sí funciona, pero se convierte en abuso y quiero vivir la fantasía de que soy una excelente persona. De hecho, quiero hacer las cosas bien. Me parece injusto engañar a otra persona sólo para obtener un beneficio emocional inmediato.
Entonces no, no le llamo al tipo del sábado/domingo. Ni a los otros.
Ja.
Se acerca la navidad y no estoy enamorado. ¡Vaya fiasco!
Me mantengo firme, sin embargo. ¡Si voy a querer a alguien será bajo mis estrictas condiciones! Mientras iré a ver si ya se enfrió esa chela en el balcón.
:)

Wednesday, July 13, 2011

OUT OF DARKNESS

Luego de cuatro meses de reclusión estoy listo para salir de la oscuridad. Quiero decir... ¿qué es el silencio? El miedo se ha apoderado de tu vida cuando ni siquiera puedes ser sincero en la privacidad del hogar. Supongo que estaba paralizado: escuchando, viendo, asombrándome. Cubriéndome la boca, los ojos, los oídos. Lo que llamaba vida cotidiana parecía solucionarse por sí solo por gracia de una inercia involuntaria.
Hacer un recuento de todas las sensaciones y experiencias de estos últimos meses sería imposible. Basta decir, para aquellos lectores (según las estadísticas de Blogger, el principal número de mis lectores están en EU, y el puesto 2 lo ocupa Ucrania [!!!], lo que quiera que ello signifique) que me he visto sujeto a cambios un tanto drásticos.
Me salí de mi casa, para empezar. Por primera vez vivo solo, y a pesar del tiempo escaso--tres meses y diez días--ya me parece toda una vida construida de cero. Pasé de ser un ama de casa cuya única preocupación era ver las noticias y comer galletas por la noche a... no lo sé, ¿un adulto? Me siento joven. Vulnerable. Consciente. Satisfecho.
Los peligros adquirieron otra naturaleza. Ya no era planear la próxima salida con los amigos. Ahora era quedarse sin un centavo. Depender de las llamadas caritativas de los amigos. Buscar trabajo. Embriagarme.
La pobreza es algo feo. Pero no es lo peor. Lo pero es sentirse insatisfecho, tener la noción de que el futuro algún día llegará con todo y tiempos mejores y descubrir que esta noción es un engaño: el futuro es hoy. Lo que parecía lejano (hacerse grande y no haber conseguido nada) es ya algo concreto y real. Entonces hay que ponerse en marcha. Ir y venir. Hacer y deshacer.
¿Epifanía?
Nunca llegó. O al menos fue el resultado de pequeñas variantes acumuladas.
Scream 4 en el cine. Buscar un lugar donde vivir. Lunar Park de Bret Easton Ellis. Noche de aniversario. Que una bicicleta me atropellara. Sueños extraños. Amigos muriendo de SIDA. Una vida familiar fragmentada. Elecciones en el Estado de México.
¿Cómo puede ganar ese partido nefasto, el PRI, LUEGO DE TANTAS INUNDACIONES, TRANSPORTE INEFICIENTE, EJECUCIONES A LA ALZA, EXTORSIONES POLICIACAS, LICENCIAS ABERRANTES A LAS CONSTRUCTORAS INMOBILIARIAS, PÉSIMOS SERVICIOS DE LUZ Y AGUA? Y lo digo porque viví en Edo. Mex. mis buenos 5 años. Siempre queda la sensación de que como ciudadano se pudo haber hecho más. El 2012, año lejano que parecía inverosímil y lejano, está a 12 meses, inesquivable, y esta vez no descansaré hasta que ese partido pierda las elecciones (el PRI ya nos debe varias a todos los mexicanos).
Bueno, basta de disertaciones.
¿Cómo ordenar tantas ideas simultáneas? Eso es el resultado de la escritura inconstante, de esa carrera perversa por esconderse entre las sombras, con tal de librarse de los rasguños y las balas. Pero no más. Aquí estoy de vuelta.
* * *
Si buscara el momento preciso, tendría que ser la conjunción entre el reencuentro y la lectura simultánea de My Dark Places de James Ellroy.
Pensé que había olvidado el día de su aniversario. Pensé que le había dado la espalda como un ingrato. Después consulté mis registros y resultó que no, todavía no era "ese" día, pero se acercaba. Entonces pensé que sería una pesadilla absoluta, que los demonios de mi memoria insistirían en atormentarme.
--No quiero estar solo--murmuraba bajo las cobijas--. Por favor, no quiero estar solo.
Fue así que decidí encararlo. Nunca habíamos estado solos, él y yo. Frente a frente. Carne y hueso. Carne y piedra. Piel y lápida.
Me sentía confundido. Cuando tomé un taxi, sin conocer la dirección exacta, el taxista me preguntaba de qué país era. Y para ser franco me sentía bastante marciano.
Al llegar intenté mensajear a alguien que sabía la ubicación exacta. No hubo respuesta. Pensé que me estaban ocultando algo. O tal vez estaba siendo inoportuno. Después de todo, era una locura mía, ¿cierto? Nadie más pensaba en aquel acontecimiento. Todos habían rehecho sus vidas y yo insistía en aparecer con mis nubes tormentosas dispuesto a sacar el dolor.
Me acerqué a las oficinas. Acababan de cerrar pero vi a alguien en el interior que me atendió con toda amabilidad.
--Necesito encontrar a [XXXXX XXXX].
--¿Sabes en qué año...?
--Sí--. Recité la fecha exacta. Porque ese día era el aniversario. Sacó los libros de registro. Hojeó cada página y lo encontró rápidamente. Me sentí fascinado al ver su nombre escrito ahí desde hace casi veinte años.
Y luego la sorpresa.
--La persona que buscas fue exhumada hace cinco años.
¡¿Qué carajo?! ¿Y por qué nadie me dijo nada? ¿Y qué le pasa a la gente exhumada? ¿Los tiran a la basura o qué? Estaba perplejo, por decir lo menos.
--¿Cómo que lo exhumaron? ¿Quién? ¿Qué pasó?
--Cada siete años se exhuman los restos.
Empecé a hacer cuentas. No, mi familia no haría algo así sin avisarme. Ridículo, debía tratarse de un error, ¿y ahora qué iba a hacer si lo habían echado a un basurero?
--¿Y qué pasa cuando exhuman un cadáver?--. Mirada de pánico:--¿Lo tiran o qué?
--No, no lo tiran. Los restos se colocan en una bolsa y se guardan en una bodega hasta que alguien los reclama. O a veces lo dejan en la misma fosa, aunque la ocupe otro nuevo cuerpo.
--¿Quién lo exhumó?
--Según el registro, lo exhumaron familiares.--Pausa meditativa. --¿Tú que eres de él?
--Soy...--pausa confusa. Ojos que se llenaban de lágrimas--. [Silencio] [Rompe el silencio] [ROMPE EL SILENCIO] [¡ROMPE EL SILENCIO!] soy su hijo. Es mi papá. Él es mi papá.
Empecé a llorar. No un llanto triste, suspirante. Sólo la conmoción de reconocer que por primera vez en mi vida reclamaba a mi padre. Las lágrimas eran un añadido instintivo y no una demostración dramática per se.
--Entonces como hijo tienes derecho a reclamar sus restos.
--¿Reclamar sus restos? ¿Quiere decir que sería mío? ¿Me quedaría con él?
--Sí. Firmas un papel y quedas como responsable de los restos.
--¿Y cuánto cuesta el trámite?
Me explicó sus precios y acciones disponibles. Apuntó el número de lote. Me dijo que los huesos seguían ahí.
Caminé. Me perdí. No sabía donde estaba. Los cementerios son lugares silenciosos.
* * *
--Somos tú y yo, frente a frente. Nadie más. Solos tú y yo. Lamento haber esperado tanto tiempo para venir hasta acá.
¿Por qué en los cementerios, cuando uno llega a la tumba, empieza a soplar un viento cálido? Es como un saludo alegre, juguetón. Cómplice. Sabe que estoy aquí, pienso. Le da gusto saber que vine a verlo, pienso. ¿Por qué no había podido venir antes?
Solía tener un papá y ahora tengo un bloque de concreto.
--¿Quién te hizo esto? ¿Quién te hizo esto...?--las ramas de los árboles, el pasto, todo se agita.
Cuando me acuesto sobre su tumba un rayo de sol me cae directo en la cara. Cierro los ojos. Me dejo mecer por el viento. Arranco el pasto que se ha nutrido de sus restos. Lo coloco sobre mi pecho. Todo esto dura un segundo. De pronto está nublado otra vez.
--Ya te visité yo. Ahora es tu turno. ¿Me vas a visitar tú, en mis sueños? ¿Vendrás conmigo en las noches?
No hay respuesta. Los muertos hablan por medio de silencios codificados.
* * *
Su familia está bien. Se les ve fuertes y reconstruidos. Resultó que yo no estaba loco por recordarlo aquel día. Había otros más rezando y pensando en él y prendiéndole velas. Saber que uno no es el único que hace algo quita un gran peso de encima. Devuelve un poco de cordura.
Llegué a la casa como les había avisado. Comimos. Tomamos refresco. Platicamos. Nos acostamos en el jardín y corremos alrededor de la fuente. Jamás encontraría el momento adecuado para plantear todas mis preguntas. Y sin embargo las hago.
--¿Por qué no me habían dicho que exhumaron a mi papá?
Larga historia. Comprensible. Yo estuve ahí. Me siento molesto pero también lo entiendo... de alguna manera.
--¿Por qué? ¿Quieres tú hacerte responsable?--mi abuela hace la pregunta con toda seriedad y franqueza. Me mira directo a los ojos. Sé que es su hijo, que nunca renunciará a él y lo que sea.
--Sí. Quiero hacerme responsable--respondo--. Él es mío. Él es mío.
Además, si mis abuelos son los responsables, ¿qué pasará cuando ellos mueran? ¿Y quién se hará cargo de ellos? Y un largo etcétera.
--Quién mejor que su hijo para hacerse cargo--contesta, satisfecha. Me sorprende que su reacción sea tan positiva. --Ahorita el titular es tu abuelo. Voy a hablar con él para que arregle los papeles.
Y me río. Por dentro. La correspondencia legal es meramente simbólica. Pero me siento seguro de mí, más seguro de lo que jamás me había sentido en toda mi vida. * * *
Gané un saco de huesos. Pero también recuperé a mi papá. Lo que los papás ignoran es que pertenecen a sus hijos tanto como sus hijos a ellos. El amor de un hijo a sus padres es inagotable e irrenunciable y las veces que un hijo dice odiar a un padre es por simple y llano dolor, el dolor del rechazo.
* * *
Entre la noche de hoy y la noche de mañana él estaba siendo asesinado, pienso. No quiero estar solo. Por favor, no dejen que pase solo esta noche.
Me despido de mi familia y me voy a la fiesta, fiesta de alcohol, risas y música. Sobrevivo la noche. En algún lugar del pasado una mujer deambula por el desierto, un niño duerme su última noche tranquilo y un hombre exhala su último aliento.
* * *
Hoy terminé de leer My Dark Places de James Ellroy. Pensé que sería una lectura traumática y dolorosa. Fue todo lo contrario. Me inyectó de vida. Me dio un respiro al verme reflejado en sus páginas: tantos comportamientos familiares, escenarios que se repiten. De nuevo me salvé de la locura al ver que no era el único que reaccionaba de "esa" manera.
Sí, lloré en pequeñas dosis. El autor consiguió su propósito: resucitar, por un breve y frágil momento, a Geneva "Jean" Hilliker Ellroy, y sí, puedo decir que era una mujer hermosa, dulce, inteligente, interesante, risueña, agradable, fuerte, luchona. Supe que hay cosas que sólo se pueden comprender entre deudos. Así que este post también va dedicado a ella.
Intenté purgarlo con ficciones violentas. Luego me metí de lleno en la nota roja. Alimenté mi cerebro de sangre, balas y muertes. Corté toda relación sana y/o estable. Me convertí en un subnormal, viviendo al margen social y económico. Vi de cerca la vida dura y sombría. Bailé con esqueletos y demonios. Y al fin comprendí que necesitaba ese bagaje para hacerme fuerte y seguir adelante con mi propósito. Comprendí que también tengo derecho a vivir una vida plena y feliz, aunque todos los días pienso en él y "ellos".
¿En qué momento dejamos de desentrañar los secretos de nuestros padres para convertirnos también en adultos complejos con vidas secretas y furtivas?
El olvido se paga.
¿Qué pasa con todos los hijos de asesinados por el crimen organizado? ¿Con todas las viudas? ¿Los padres, los hermanos, los amigos? Es mi dolor multiplicado por cuarenta mil. Literalmente. Y las verdaderas consecuencias de esta guerra (la guerra del narco en México, que durante décadas se dio en un subplano cuasi secreto y que ahora se generaliza) no las veremos hoy, sino dentro de veinte años.
No tengo los recursos ni los contactos para reconstruir un caso de crimen organizado. Pero estoy cansado de esconderme. De recluirme en un mundo irreal. De sentirme cómplice.
Silencio es cáncer.

Monday, March 14, 2011

DISTANT FINGERS

La televisión está encendida y haciendo ruido. Me siento en aquel punto donde confundo mis sueños con la realidad y mis únicos recuerdos son como estar flotando en el aire entre pasillos de supermercado: desodorante, pintura de agua, delineadores, esmalte para uñas, talco para los pies, arroz precocido. Atropello a una señora con el carrito de metal.
--Imagina que fuera un coche de verdad--sugiere mi madre. Supongo que algunas personas no estamos hechas para coducir.
Así parece que todos mis sueños están rotos, que el futuro que soñé juntos se evapora y me deja, no con las manos vacías, sino con un ligero dejo de nostalgia y frustración. Por favor, dame ruido. Dame gritos. Quiero reventarme las orejas.
En la pantalla un hombre es descuartizado. Lo tienen colgado de las piernas y vacían la sangre del cuello en una hielera. La cabeza tiene la boca entreabierta.
He alimentado mis ojos con tantas imagenes sangrientas que puede que el daño sea irreversible. ¿Cuánta violencia puedes soportar? ¿Qué pasa cuando metes en tu cabeza historias violentas en un ejercicio continuo de morbo y resistencia? ¿La diferencia es palpable? ¿La vida se convierte en una película de terror donde las camionetas blindadas y los chicos en moto son emblemas de muerte y desconfianza?
Febrero fue el mes más divertido de mi vida. Marzo es un reajuste en el que apenas reencuentro mi amor por la escuela. La cabeza me duele, tengo sueño. Hablando con una colega me dijo que ya es tiempo de pensar por quién vamos a votar y qué queremos de este país. Que la juventud esta perdida.
En la pantalla, el hombre, colgado de los pies, deja de patalear. De esa forma descubro que los castran cuando todavía están vivos, luego los decapitan.

Monday, January 10, 2011

LA LA LA LA LA LANDING [DISTANT FINGERS]

Hay fuego en el cielo. Una ola roja, ardiente, en el horizonte. Un océano flotante, un mar de sangre que se precipita sobre la plaza, sobre sus edificios antiguos que hacen parecer un pueblo antiguo enquistado en la urbe, entre pasos a desnivel y estaciones de metro, cantinas, hoteles de paso, salones de baile y clubes nudistas.
Resulta ridículo que la pequeña pandilla huyera del Juicio Final, de la confrontación que sigue a la oscuridad, porque realmente creen que son vampiros y que la luz del sol carbonizará sus células epidérmicas. Por eso me retienen en una habitación de hotel, escondidos bajo cobijas, improvisando ataúdes bajo el colchón, y me sed irresistible de volver a ver la luz del día, mientras sucede, es lo que me anima a abrir una ventana y saltar fuera del hotel, porque me han encerrado en contra de mi voluntad y parece todo demasiado real y sincero.
La herida sangrante del cielo sana rápida, imperceptible, como el pasar de un sueño a otro: el navajazo rojo y violeta se decolora a un tono rosáceo, salmón, pinceladas de tonos cristal, y me resulta sorprendente, y hasta cierto punto místico, que de un lado de la avenida es de noche con estrellas brillantes, y del lado opuesto es de mañana, con el cielo azul en tono pastel envolviendo nubes de algodón amarillo.
Con la llegada del día la gente desaparece, como fantasmas. El mundo es diferente cuando es de día. En tres ocasiones he tenido que cambiar de disfraz, de apariencia, de identidad: pasé de la realeza a no traer más que un pantalón y mi identificación. Que si el hombre tatuado es el pesado y trae "cuete" o si de pronto alguien le echa mezcal a mi cerveza y me pongo demasiado borracho. Es un desfile interminable de identidades diferentes, antagónicas, a cual más rimbombante.
La vida está bien cuando puedes sentarte tranquilo a tomar una cerveza en la calle y platicar con una indigente de abrigo rojo hablando de conspiraciones policiacas y un mariachi que--como todos los mariachis--guarda una botella de mezcal en el pantalón y está a punto de irse a casa luego de una noche de arduo trabajo.
La vida está bien cuando puedes sentarte tranquilo a tomar una cerveza en la calle y ver el amanecer.
La vida está bien cuando puedes sentarte tranquilo a tomar una cerveza en la calle, tienes veintitrés años y la impresión de tener un futuro por delante.
La vida está bien.
Punto.
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La basura, los fantasmas. ¿Dónde quedaron los padrotes, los ladrones, los pandilleros, las lesbianas golpeadoras, los travestis con bigotes, los señores en pantuflas, los turistas gringos, los sin-hogar que monean, las canciones tristes y las canciones de amor? Como palomas de paz, los vasos blancos de unicel yacen en el piso como una cama de pétalos. Ayudo a mi nueva amiga a buscar latas en el suelo, porque así se gana el dinero, reciclando.
Otros reciclan papel. Cristal. Cartón.
Cuando estos primeros restos son rescatados para reciclaje y beneficio, pasa la escolta de limpia. Los rondines policiacos. Uno o dos detenidos. Los puestos de alcohol son reemplazados por carritos de atoles y tamales. El suelo queda limpio, sin sangre, sin vómitos, sin dientes mellados. Si le contara a alguien que esto hace unas horas bullía en fiesta de aquelarre tercer mundista, no me creería. Tan limpio, tan tranquilo. Son las primeras horas del día. Es temprano por la mañana.
Hay que regresar al hotel y dormir un poco. Porque ya he visto el amanecer. Porque sobreviví otra semana. Porque estoy solo.
--Acostúmbrate--le digo a mi otro yo, invisible, que siempre me lleva de la mano.
Me hubiera gustado ver el amanecer en compañía de mis amigos, o con mi amante. Pero estoy solo. Las cosas verdaderamente importantes, las grandes decisiones, viajes y demás decisiones uno las toma siempre solo. Tiene sentido: ¿quién más habita esta cabeza, aparte de YO?
--Nadie--le digo a mi otro yo, que es el mismo.
Ignora los gritos de "Ven aquí, güerito". Ignora las patrullas que son aves de rapiña. Ignora que hace frío. Ignora que lo amas. Que lo amabas.
Entra al hotel. Y si nadie me abre la habitación, tendré que entrar por la misma ventana que escapé.
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Golpean la puerta. Escondo la cara entre la almohada. No me molesten. ¿Para qué quieren sacarme, si sólo estoy durmiendo?
Alguien tuvo el descaro de ponerse mi ropa mientras dormía y tomarse fotos. Como si fuera yo. Como si fuera posible.
No comprendo tanta degradación.
Hace una semana dejé a mi hermana en el aeropuerto. Se me ha jodido la percepción temporal. Cada semana es como un año, cada semana es un largo viaje de altos y bajos, de risas, amores y perversiones. De música disco, punk, rock, protopop. De chicas negras extrañando a sus maridos soldados en la guerra, de chicas berrinchudas que reclaman su fiesta, de gritos de chachachá y amor fugaz a primera vista.
Una semana con Leslie Gore, Siouxsie Sioux, Deborah Harry y Patti Smith. Una semana de zombies, exorcismos, casas embrujadas, enanas clarividentes, esposas contentas.
Quince decapitados en Acapulco. Veinticinco muertos en todo Guerrero. Matan a un joven enfrente de su esposa y de su hija.
--Me da una copia de La Prensa, por favor.
La chica del cumpleaños se retuerce horrorizada. Grita "¡Dios mío!". Entrecierra los ojos, se persigna, da tres vueltas sobre su eje. La hora del desayuno. Helados, baguettes, refrescos. Comida plastificada que después de la larga noche sabe a nutritivo y vitaminas. Aquella comida procesada que sólo agarra buen sabor tras una noche de juerga.
--¡Quita de aquí esa pornografía!
He olvidado el periódico en el escritorio de mi madre. Le pido que no vea esas cosas, mientras hojea la sección policiaca.
La violencia es pornografía.
A veces necesito un buen fije y por eso tengo una pila de periódicos con notas particularmente terroríficas. Veinte hombres desnudos apilados en una carretera. Un hombre sin cara. Colgados en puentes como adornos avant-garde. Un hombre al que le sacaron los órganos. Rarezas. Mutilaciones. ¿Reconoces a alguien?
Saliendo del Oxxo los recuerdos se borran. Son las tres de la tarde y aún me siento completamente borracho.
--Hueles a alcohol todavía.
Pasamos por la misma calle donde golpearon a un tipo y le echaron dos motos encima. Tanta saña, tanto odio. Patadas en la cabeza, puños como metralletas. Ira salvaje sobre una presa inmóvil. Después de una reverenda putiza hay que quedarse quieto sobre el pavimento. Cuando vemos que el tipo no está muerto le damos un beso de consolación.
--El cráneo se le sentía blando--cuenta mi amiga.
Entramos a un museo. Quiero ir al baño y cuando estoy adentro no tengo nada que expulsar. Otra vuelta en el museo. Recordamos las pantallas interactivas. Aprendemos los rangos. Los memorizamos, con todo y la tabla de sueldos que me consiguió un informante. Sargento tercero. Todos están guapos. Despedida que desgarra el corazón.
--Hasta luego, joven. Que esté bien.
¿Por qué son tan amables? Encuentro las fotos de esa arpía usurpando mi identidad. Podrán robarme un hombre, una cerveza, dinero, pulseras, anillos. Pero aprovechar que estoy dormido para disfrazarse de mí y tomarse fotos en nauseabundo juego de rol: simplemente malvado.
--Tengo pocos amigos--le digo al tipo del Dada X--. De hecho son más las personas que quieren destruirme que las que desean ayudarme.
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Quise tanto amarte. La soledad tiene es un trago agridulce. Adoro mi libertad, estar bien conmigo, pero ver tanta televisión, concluir la visita al psicólogo, o sufrir tantos abusos desde pequeño (siempre habrá qué o a quién culpar) me ha metido esa idea enfermiza en la cabeza de ser una esposa ultraconservadora y sumisa.
Debe ser una demencia prematura. A veces volteo y me parece que tengo los nudillos manchados de sangre. Otras veces pienso que hay un enano espiándome detrás de la puerta.
A veces, la mejor, siento que las paredes están llenas de serpientes. o que mi abuela le ha echado veneno a mi comida.
Lo que quiero decir es que debe haber algo zafado en ese mecanismo interior cuando al primer beso ya le estás hablando al tipo de matrimonio, casas, hijos, automóviles, pensiones alimenticias, seguros de vida, prestaciones de la secretaría, llevarle su sopa al trabajo, plancharle el uniforme, rezar los tres meses que ande en campaña, esperarlo a que regrese competo, visitarlo en el hospital cuando alguien le suelte un balazo, mandarlo a matar para conseguir la pensión, decir que me lastimé al bajar del camión cuando me pegue por celos.
--Te amo.
No se trata de estar con "alguien". Es cuestión de saber lo que quieres y no ceder ante nada que no se le parezca. Si se tratara de tener compañía ya andaría con "alguien".
--Lo quiero todo--. El premio gordo. No hay que ceder, así me quede el puño cerrado y nada más. No tengo derecho a renunciar a mis sueños. Si no fue el indicado todo está bien, porque de todas maneras no me iba a conformar con menos. Es una cuestión de principios.
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Tormentas de arena. Irritación ocular, sequedad cutánea. Un pájaro se me metió a la casa.
--Maldito pájaro.
Mi abuela me reprime.
--Siempre se meten. No tiene nada que hacer aquí. ¿Ahora cómo lo voy a sacar?
A escobazos. Soy incapaz de lastimar a otro ser vivo, y mi escoba en vez de guiarlo hacia la salida termina por arrinconarlo en el tragaluz, donde esparzo el rumor de que está haciendo su nido.
Tengo que subirme a la azotea con mi primo y destornillar el tragaluz. Apenas lo levantamos el pajarillo sale disparado como una flecha café. Al bajar al jardín no me queda más que preguntarme: ¿qué significa todo esto?
Fobia a los animales. Síndrome de Estocolmo. Araña sobre la pared. Las arañas me causan terror, pero no soy capaz de matarla. No tengo por qué matarla, si bien su figura me inspira veneno y calor traicionero. Cuando salta de la pared al piso--porque brincan, las muy cabronas; pegan saltos olímpicos--intenta escabullirse, corriendo detrás de los cables, detrás de las sombras, porque sabe dónde esconderse de manera que sea inaccesible a mi zapato.
--Maldita araña.
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--¿Qué es más zorro, amiga? ¿Coger con extraños o fajarte con varios tipos?
--Fajonearte con varios.
El sexo es impersonal. El abrazo es frontal. Las promesas que se hacen durante el sexo se olvidan después del orgasmo. Con el fajoneo hay que sentirlo, no sólo estar caliente. En el fajoneo se detecta el engaño. En el sexo, el engaño no importa, uno puede sobrellevarlo.
--Me enamoré de una piedra, de un leño.
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Pone en riesgo su carrera. Alguien de adentro podría reconocerlo y después delatarlo. Le darían baja automática, por faltas al honor. O, en el peor de los descuidos, yo podría mandarlo cinco años a la cárcel. Así están las tarifas y considera que abrazarme en público y darme un beso en la boca--besos, muchos besos suaves y delicados con sus labios entreabiertos y cálidos como el fuego lento del alcohol que me consume noche tras noche--amerita todo este riesgo.
Si al pararme al baño atraía todas las miradas, invitaciones curiosas, ardientes, desesperadas, entre gritos y chiflidos, entre promesas de una noche inolvidable, regazos que invitan a sentarse, brazos abiertos para recibirme, ya no más: existe un código tácito en el que todos asumen el silencio. Con su manoseo, con sus regalos etílicos y sus miradas directas, con sus manos grandes que ofrece para que las tome entre las mías, ha marcado su territorio y se ha adueñado de mí. Me convierto en territorio prohibido, en frontera cercada por vallas eléctricas, y aunque quiera seguir con el juego ya nadie se presta. Es peligroso.
No había necesidad de adueñarse de mí, si de todas maneras ya me había comprado.
--Te la vendo--ofrece el señor X fumándose un cigarro. Es algo especial cuando entre hombres se refieren a uno en femenino. Exhala el humo, esperando una oferta.
El tipo me ve de arriba a abajo, examina la mercancía, se convence pero decide ser cauteloso, guiado por las pautas de las tácticas de guerra.
--¿Cuánto vas a querer?
Finalmente me venden por una caguama y dos cigarros, y de alguna manera me parece justo. El muchacho está hipnotizado, anda en trance, pierde el buen juicio.
--Toda la noche--promete. Hace un gesto con las manos, como si tomara una metralleta que activa con su cadera ascendente y descendente--. Así toda la noche--explica, como si estuviera sentado en una silla eléctrica.
Lo abrazo, por sus buenos deseos.
--Vas a lastimarme. Vas a romperme.
Soy delgado. Muy delgado. Sin músculos. Y él es todo músculo y carne dura.
--No te rompes--me promete--. Aguantas de todo.
Lo abrazo. Me imagino llorando si estuviera a solas con él. A veces se quiere con tanta intensidad que no queda más que abrazarse y llorar. Lamento haberlo lastimado, ofendido, negado, renegado. A la larga me perdona, porque su mirada insistente busca mis ojos, mis labios.
"Ellos" besan de otra manera. No es sólo la unión de los labios. Es un acto de conquista. Primero me rodea con un brazo, luego me cubre con su torso como si fuera una cobija o, mejor, un chaleco antibalas. Entonces el beso sucede en ese lugar íntimo custodiado por él, donde nadie más entra, donde me siento a salvo, protegido, querido, entregado.
--Nada de novios. Sólo sexo. Sólo te quiero para cogerte--más besos, más tomar mis manos delicadamente entre las suyas de piedra.
--Te quiero.
Él no lo dice. No está permitido. Es la clase de hombres que dan órdenes, que tiene poca paciencia, que no entiende no por respuesta. Es el tipo de hombres que quiere sólo sexo.
--Siempre confundo sexo con amor--confieso. Y no es verdad. Es sólo que el sexo mecánico me hace sentir vacío. Debe haber algo de pasión, algo de trágico, de único y especial para realmente disfrutarlo. Como si sintiera que no existe el mañana. Hoy aquí, mañana en La Prensa. Extraviado en esos laberintos oscuros donde el suelo está lleno de arañas.
--No quiere--se queja. Lo han timado en su compra--. Quiere algo de más categoría... Pensé que eras más hombrecito.
Un día me ama, otro me odia. Un trago me quiere, otro trago me detesta. Un trago me besa, otro trago sólo quiere sexo:
--Te estoy diciendo la verdad. ¿Para qué te voy a decir otra cosa? Traigo dinero. Yo pago todo--y de hecho pagó la cerveza con un billete de mil, lo cual supongo que es gracioso, pero también es cierto, trae dinero.
--Pero yo te quiero. No sólo sexo.
De todas las veces que se enoja siempre regresa a mis brazos. Destino desdichado: hace dos semanas iba a casarme, iba a esperarlo a que regresara en febrero y platicar las cosas con seriedad, compromiso, lealtad, honor y valor.
--Lamento ser un cobarde. Lamento hacerte sentir mal. No te enojes. Quiéreme.
El cordero lame los labios del león, y el león, antes del cambio de ánimo, pone su garra protectora alrededor del corderito. Como una bola de cristal oscura, froto su cabeza de cabello corto. Necesito saber mi futuro. Necesito encontrar un descanso, llegar a algún lugar tangible y específico.
Al no haber respuesta hago como si tuviera una metralleta y empiezo a disparar al azar contra la gente. El hombre celebra esto con un brindis, el choque de copas y palmas. Siempre hay algo de violencia en el amor. Siempre hay algo de daño en poseer a alguien, en usar su cuerpo para conseguir un placer, un cariño. Es matarse un poquito. Por eso me perdona y me da otro beso.
--Son más las personas que quieren destruirme que las que quieren ayudarme.

Friday, December 31, 2010

2010-2011

Se acaba el año y realmente no hay muchas palabras que agregar. Esta noche estará llena de propósitos, pero por el momento acabo de bañarme y tengo que arreglarme para llegar temprano a la reunión familiar.
Amores, desamores, terremotos, verde olivo, rojo Mac... He perdido la cuenta de todas mis borracheras de estas últimas dos semanas, y para eso son las vacaciones. No hubo playa pero sí Cuernavaca y una alberca. Aprendí a cocinar pasteles. A convertirme en un hostigador. Fui al psicólogo y regresé. Andar en bicicleta. Cambiar de iPod.
Me siento tranquilo. Me siento contento, si acaso un tanto nervioso por el futuro inmediato, pero con bastantes ganas de empezar el nuevo año.
Ahora sí,
Auf Wiedersehen!

Sunday, November 14, 2010

PUNKROCKER

A veces las cosas que dice la gente es como encontrarse con una pequeña mina de oro. Anoto en mi libreta cada detalle: el diente de oro, la cartera llena de billetes, las botas vaqueras, los restaurantes, los carros, las casas, las fiestas, siempre resguardando la intimidad de aquel que confesa su pecado, su secreto.
Otras veces he visto tantas películas de terror que sueño con ciudades inundadas hasta el tope y con libros demoníacos; con gente muerta y con un enano que se esconde detrás de la puerta moviendo las cuerdas que salen de sus espaldas, como títeres. Los fantasmas son como niebla que se dispersa sobre el techo. Alguien cometipó el error de invocarlos y ahora rondan libres sembrando caos y miseria.
De pronto me invitan a una fiesta en una casa de cinco pisos y estoy completamente seguro de que un hombre vestido de cuero negro me sigue los pasos. Cuando me meto al elevador su mano enguantada, empuñando un cuchillo, asoma entre las puertas, pero hago todo lo posible por mantenerlo fuera. Al encerrarme en mi habitación sé que esto no ha terminado, porque el hombre seguirá apareciendo hasta que consiga lo que quiere de mí. Mientras tanto, será indestructible, y se llevará a todos mis amigos que sean lo suficientemente incautoso como para meterse a nadar en la alberca o quedarse solos en alguno de los pasillos embrujados.
Antes maldecía los días en que no tenía sueños. Me lamentaba cuando lo único que soñaba era que esperaba el camión, o que me preparaba el desayuno.
Ahora decidí que mi vida sea una película de terror con innumerables secuelas. La otra vez un sandwich intentó arrancarme los dedos. Me pregunto si será buena idea tomarse una cerveza en este estado de-mente.
No hay manera de evadirlo. Como esta criatura que se esconde detrás de los árboles, aquel viejo conocido que me acecha entre multitudes, siempre hay que volver frente al teclado, frente a la hoja o pantalla en blanco. El complejo de Casandra es un don, y la responsabilidad de mantenerlo, el compromiso hacia lso fieles troyanos--o lo que sea--es sentarse a escribir.
Son las cuatro de la mañana y estoy oficiando un exorcismo.
666
Malo. Malo.
Como sea, la lengua me pide a gritos darle una gota de alcohol, pero ya todas las tiendas cerraron y de alguna manera todo parece retomar su debido camino. Me siento bien, supongo. A veces cuando la mente está inquieta es porque por fin llega a ese estado de certidumbre, y ante el tremendo ocio no le queda más que alocarse y fabricar pesadillas y monstruos imaginarios.

Tuesday, November 02, 2010

LOS FIELES DIFUNTOS

Esta vez estaba preparado. Compré algunos dulces y me dispuse a concluir mi maratón de cine de horror. Incluso compré decoración de última hora--una calavera para la puerta--para intentar recuperar el tiempo perdido por mi falta de planeación y por ese mentado ojo con conjuntivitis. Pero ningún chiquillo tocó a la puerta.
Ni modo. Ya será el otro año. Prometo, prometo, prometo.
El próximo año será más grande. El próximo año estaré mejor preparado y mejor dispuesto para celebrar. El próximo año estaré menos cansado por el trabajo, menos preocupado por la escuela y, sobre todo, mucho más tranquilo.
Por ahora me siento como Sally cerca del final de "Es la gran Calabaza, Charlie Brown": Halloween is over and I missed it!
Y ni me hablen de Navidad, porque todavía hoy es el Día de los Muertos y podemos pensar en calabazas, cementerios, pueblos embrujados, luces en la noche y la invasión de las arañas gigantes.
¡¡¡¡Grrrrrrrr!!!!