Wednesday, March 04, 2009

VIERNES 13 PARTE II

Ayer la luna parecía una sonrisa suspendida en un péndulo. O una reproducción de la sonrisa flotante del gato de Chesire, de Alicia En El País De Las Maravillas. Luego de comunicárselo a mi madre, la urgí para que saliera a verla, y como hacía mucho frío, nos tomamos un tiempo sobrecargándonos de chamarras y guantes y cobijas.
Cuando salimos la luna había desaparecido.
Estoy seguro de que no lo aluciné. Ahí estaba, en el horizonte, entre dos montañas. Pero luego uno no está tan seguro de lo que ve o sólo imagina.
Como hoy, al abordar una combi sin señales ni anuncios. Le pregunté al conductor:
--¿Va a San Cristóbal?
Y me dijo que sí, así que abordé. Estaba escuchando una canción en mi iPod, una canción completamente fuera de lugar en una tarde soleada que quemaba. Bailando, de Alaska Y Dinarama.
El conductor me pidió que me pasara adelante, pues no estaba seguro del camino.
--¿Pero vas a San Cristóbal?--inquirí nuevamente.
El tipo me pidió que le indicara el camino, y yo empecé a señalar calles al azar, pues yo tampoco estaba seguro, e intenté adivinar qué hacía ese tipo con una combi sin ruta ni pasajeros. Las avenidas estaban cerradas, así que se desvió por otras calles, y cuando intenté memoricar los detalles el asfalto me cegaba.
Todo era parte de un plan, de un guión bien actuado.
--Me gustan las mujeres chichonas--afirmó, pero yo deducía lentamente que también le gustan otras cosas.
Sonreí, deleitado en mi combi. Emperador.
Todo era parte de un guión perfectamente ensayado. Puse a prueba algunas frases que otros (soldados) habían usado conmigo. Luego pensé si no estaría dando demaciada información.
También pienso, ahora, si todos son extras que desempeñan su papel. Todos esos niños replegándose debajo de las bancas en un salón de clases.
La niebla, la llovizna y las avenidas que me hacen pensar en Jalapa, y en que tal vez todas las ciudades de México son la misma ciudad. La chica se agacha, la señora se detiene para recoger algo que cayó de su bolso, el hmuchacho tose desde el interior de su auto. El hombre de verde le grita a la cámara, le grita a uno, te grita a ti, y luego pienso en que así hablan ellos realmente.
El fusilero se descubre la cara, y veo en su rostro el rostro de alguien más.
Mis dedos tocan la pantalla. Entonces recuerdo que estoy viendo un video, que no hay manera de alterar el pasado, que hemos pasado a la historia, que el mundo está lleno de ventanas... aunque esto no es cierto. Mente y propaganda alteran la historia, y hay cosas que por voluntad no divina, sino del poder humano, suceden sin que jamás se hable de ellas. Es la Historia de lo clandestino, la historia de una combi que se dirigía hacia ninguna parte y de algún modo todo se relacionaba.
En cualquier caso, si el personaje se salía delguión, uno siempre puede saltar de la camioneta.

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