Wednesday, November 01, 2006

(NOTHING BUT) FLOWERS parte 2

Después del cementerio pasamos a casa de mi abuela. El interior de la casona está siempre frío, así que luego de la asoleada tuve que volver a ponerme la sudadera.
Mandaron al abuelo por los pollos rostizados. No me complació la idea de que siempre alguien haga el mandado solo, así que le dije que lo acampañaba. Aunque el paseo fue corto, lo pasé muy pero muy bien. Sé que a él también le dio gusto que lo acompañara, pues se veía cierta satisfacción en su cara cuando iba al volante, y cuando hacía tan bien su papel de viejo gruñón:
--¡Múévanse estorbos!--gritaba agitando el puño, tocando el claxon, cuando pasamos por una escuela primaria y una horda de niños inocentes caminaba a media calle: los gritos, groserías, carcajadas y abucheos no se hicieron esperar en coro. A ambos pasajeros nos ganó la risa.
Mi tía tenía que volver a Cuernavaca. Al final la convencimos de que se quedara a comer.
Toda la gente que conozco está a dieta, es anoréxica, o tiene hijos anoréxicos. Es de esperar, pues, que todas esas personas intenten engordarme... Disfruté la torta de pollo, eso sí, excedida en mayonesa y carne. En fin, que qué culpa tengo yo de que no estén en paz con sus cuerpos.
Al verlos a todos platicar tan a gusto (menos al abuelo, siempre come encerrado en su estudio...extraño misterio) se me ocurrió, inoportuno e impertinente, tomar una foto al natural. A mi abuela le dio pena salir con la bata de cocina, y creo que mi tía no se acababa de pasar el bocado.
La tía salió corriendo hacia Cuernavaca. Yo decidí quedarme otro rato, ya que no visito muy a menudo a la familia paterna. Tuve que jugar Playstation con los niños, aunque ni me gusta ni me dejaron. Vi algún programa de chismes, me acosté, me senté, caminé, pensé en mil amores, imaginé e hice mi mejor personificación del Fofoy (un tío que está loco por algún problema de drogas; entonces siempre está ausente y todos hacen como que no existe: lo único que hace es reír, decir groserías, fumar y tomar coca; a los niños les da miedo): me agarré una silla en el patio trasero y disfruté la luz y tranquilidad de la tarde mientras bebía agua de limón. En casa de mi abuela tienen un limonero, entonces siempre hay agua de limón.
Después pensé que no quería llegar tarde a mi casa. Mi abuelo se ofreció a llevarme en su carro al metro más cercano. Tenía ganas de tomarle una foto, entonces le hice la propuesta y se bajó del carro y se paró junto a mi abuela. La foto me inspira harta ternura, por cierto.
De vuelta en General Anaya no quedaba ni un rastro de manifestantes. Nunca supe si tomaron la avenida Tlalpan.
En la noche le conté a mi madre la visita especial. Me contó lo siguiente:
--Mira, yo siempre me burlo de los que ven aparecidos en golpes de puerta y crujir de tuberías... Pero ahora que fui a ver a mi papá me pasó algo chistoso. Estábamos frente a frente y de la nada sentí un viento, pero no era cualquier aire, de ese frío que te llena los ojos de tierra. Era...
--Como si te saludara--dijo ella.
--¡Exacto! Sopló el viento y...
--Se empezaron a mover las flores--empezó ella, que tampoco cree en fantasmas.
--No, no se movió nada, solo me hacía como cosquillas por todo el cuerpo. ¿Te ha pasado?
--Sí, a mí me pasó igual. La vez que lo fui a ver se sintió un vientecillo, yo sentí como si me estuviera saludando--sonrió--. Entonces el viento movió las flores y tomé una. Desde entonces la guardo...
Así que eso era la flor seca que tiene en el tocador y que nunca quiso tirar, pensé para mis adentros.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home