Saturday, October 28, 2006

FINAL DE OCTUBRE

I
Tocan a la puerta. Abro. No es realmente lo que esperaba. Siento un calor que me invade el pecho. Es la incredulidad, es el asombro atónito. Saludo, sin respuesta: la figura mira a su presa (o sea, me mira a mí, que estoy sentado viendo la película).
--Creo... creo que te equivocas de persona, esto es un error.
La cara blanca de dientes desnudos me mira inmutable: oye mis palabras pero nada le importan.
--Mira... es que cre que te has equivocado, no sé qué haces aquí. Todo es un error--me pongo de pie, me sudan las manos. --Te explico: esta cabina no es mía, es de mi amigo. Estoy seguro de que te has equivocado, yo entré aquí sólo para fisgonear la película.
Intento salir y me agarra con sus manos enguantadas. Los ojos blancos sonríen.
--No creo que sea momento de... ¡Oh! Ahí está mi amigo. Es a él a quien buscas.
Retiro su mano de mi entrepierna y me reuno con mi amigo, cuya cara es una interrogante.
--¿Con quién estás? ¿Quién eres?--le pregunta a mi perseguidor.
--La Catsssssssss--srinha.
--¿Quién?
--La Catrina.
--¡Uh!
--Vino por mí. --Pongo los ojos en blanco--. No entiendo ese afán por llegar puntual, por llegar siempre antes de tiempo. Y le digo que a mi no me toca.
Contemplo la escena y me digo que esto sólo puede ocurrir en México, mi México. ¿Qué demonios hace la Catrina en una sex shop?
Le hacemos la plática, pero uno ya sabe que es personaje de pocas palabras.
--Ok... entonces dame un beso, sólo un beso.
Pongo la mejilla y estampa su beso. Jalo aire entre los dientes y veo a mi amigo.
--Acaba de besarme la muerte.
La Catrina besa a mi amigo, y èl tambièn profiere una exclamaciòn.
--Me dejó el cachete frío--comento.
La Catrina se aleja por los pasillos, en busca de algùn incauto. Toca a la puerta, esperando que alguien le abra. Supongo que nadie puede resistirse.
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II
--Sohdalehinda...
--Perdón, no te entiendo.
--Que soy de la India.
--¿Y qué haces aquí, en México?
--Estoy estudiando.
Empieza a tocarse. Le digo que no me apetece. Platicamos.
Luego de un rato en que me contempla y se para cada vez más cerca de mí, confiesa.
--Tú...-explica, haciendo una pausa entre cada palabra, y señalando al sujeto cuando corresponde--gustar.. a me. Tu gustar a me.
--Lo siento...pero tú no me gustas.
--¿Por qué?
--Porque quiero a otra persona.
Me abraza, cierro los ojos y descubro que me siento solo.
--Cuando me abrazas me siento sólo.
--¿En serio?
--Es que cuando él me abrazaba, yo me olvidaba de soledades y penurias.
No deja de abrazarme. Entonces llega mi amigo y hablamos y nos abraza a los dos. Empiezo a alejarme.
--Los dejos solos, ¿va?
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III
Arrastro al chico zombie a una cabina desocupada. La pantalla está negra, con unas letras rojas (INPUT), lo que da suficiente luz como para dibujar tenues siluetas.
--Sólo quería hablar.
--¿Conmigo?--pregunta el chico zombie.
--No. Con alguien... Siempre estás aquí. ¿Te gusta estar aquí?
--Sólo vengo a saludar a mis amigos que trabajan aquí... ¿A ti te gusta?
--No realmente.
--¿Entonces por qué estás aquí?
--Acompañé a mi amigo. Yo quería ir a otro lado pero no tiene los papeles. Entonces vine a ver qué había.
--¿Por qué estabas con el tipo ese, moreno?
--Oh.. es de la India. Estábamoplaticando. Le explicaba que no puedo quererlo.
--No deberías estar con él. Estás muy bonito para estar con él.
--No estoy bonito para estar con nadie... --Suspiro--. Estoy podrido, por dentro...
Terminamos de platicar. En realidad, yo soy el que acaba: chico zombie no tiene nada que contar.
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IV
Ya afuera encuentro a mi amigo.
--¿Y el chico de la India? Nunca me aprendí su nombnre.
--¿Jimmy? [o algo así] Ya se fue.
--¿Te gustó?
--Estaba feo pero era muy buena onda. Quería que fuera con él a su departamento.
--Hubieras ido.
--No, ahorita no.
--Le hubieras pedido su número, para ir con él en otra ocasión.
--Sí, ¿verdad?--se lamenta.
--¿Qué fue de la Catrina?
--No sé, ya no la vi...
--De seguro se metió con alguien a una cabina. Se la deben estar mamando por debajo de la falda.
Mi amigo se ríe. Siempre se ríe de las idioteces que digo, y de mis comentarios de pésimo gusto.
--¿Sabes?--le digo cuando estamos afuera, caminando por la calle lluviosa--. Creo que ese beso que me dio me quitó diez años de vida.

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