Friday, August 06, 2010

In stiller Nacht

¿Alguien recuerda cuando esto era un blog en el que se contaban los días sin tapujos? No sé si reírme o apenarme ante tal afán divulgador. Supongo que mi vida ha cambiado drásticamente, y si antes me parecía importante escribir si había salido con alguien, si me había emborrachado o si había ido a parar a los lugares más sórdidos de esta ciudad, ahora le doy más importancia a ver las cosas desde adentro, esto es, no ver la realidad como si se tratara de una historia de ficción que le sucede a alguien más--vaya, que para eso estoy escribiendo una novela--y si he de seguir escribiendo en esta página es por cariño a mis lectores--los que aún quedan y me escriben a mi correo con sumo cariño--con la esperanza de que alguien se identifique con estas vivencias. Siempre es reconfortante descubrir que uno no es el único que se siente al borde de la locura.
En fin. ¿Qué tanta entereza narrativa se puede tener a las seis de la mañana, luego de una madrugada de ordenar archivos, no sólo de la computadora, sino en su mayoría de índole cerebral? Sí, hay una larga lista de cosas a las que tenerle miedo, pero la mejor y única alternativa es la información.
Han sido semanas bastante reflexivas, de arduo ejercicio físico y mental. A veces siento que es demasiado, y las horas de sueño me recompensan con las visiones más febriles: delfines que me saludan desde un río de agua dulce, la proyección en blanco y negro de la primera película pornográfica de terror Tailandesa (con todo y los síntomas más inequívocos de la Guerra Fría), sueños eróticos con un amigo que encuentro más bien repulsivo (entre esa masa de pelos y carne fofa, caries y pestilencia en cine porno/disco sobre ruedas), un brazo lleno de heridas por adicción a la heroína (con todos esos hoyuelos que parpadean, se abren y cierran como bocas sedientas, heridas que nunca curan). Tal vez, sin darme cuenta, pataleo como esos perros alborotados que duermen sobre el asfalto.
--Los fantasmas existen.
--Estás falto de afecto.
--¿Y tú qué has hecho por los demás?
--¿Alguno de los que conoces tiene el mismo pasado tan difícil que tú tienes?--por Dios, ¡yo sólo quiero ser normal!
--Te hiciste una promesa, me gustaría saber como te va con eso.
--¿Qué es lo que te impide ver el resto del cuadro?
--¿Aquello sobrepasó tus expectativas?
--¿Por qué has querido cargar con ese fantasma?
--Sólo te he visto cuatro veces y mira todo lo que has conseguido.
--Ahora me parece que estás estancado.
--Te diste cuenta de que los equipos no son eternos.
--Me queda claro que te deseas la muerte.
--Estás molesto también, no sólo dolido. ¿De dónde sale toda esa rabia?
--Todo aquello que pasó--mirada angustiada--, ¿tiene algo que ver con las actividades a las que se dedicaba?
--Y no sólo la muerte, sino la peor de las torturas y sufrimientos.
--Me da la impresión de que soplaste todas esas nubes.
--¿Quieres saber por qué no trabajas?
--Si tuviera una voz, ¿qué te diría?
--Tu miedo es social.
--Eres vanidoso.
--Tú no eres él.
--¿Por qué decidiste detenerte?
--¿A qué te refieres con "no sé"?
--¿Cómo le haces para arrancarte el corazón tan fácilmente?
--¿Qué diferencia hay ahora? Ya cambiaste, ni modo.
¡Ya basta! Son demasiadas preguntas. A veces siento que sangro. Lo único que quiero es volver a ese rinconcito bajo las escalera de mi casa y ponerme a llorar un ratito. Y luego que salen las lágrimas, ¡a seguir corriendo!

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